lunes, 20 enero, 2025
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BAELO CLAUDIA una ciudad romana en la playa de Bolonia de Tarifa. Cádiz

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Baelo Claudia el misterio de la ciudad romana abandonada.

Durante mucho tiempo se pensó que las costas atlánticas eran el fin del mundo conocido, el “finis terrae”. Más allá, solo criaturas de pesadilla, o en el mejor de los casos un inmenso mar no accesible para los navegantes de la época clásica.

Baelo claudia ciudad romana

Y a pesar del temor reverencial, que las gentes que habitaban sus riberas, sentían cuando se sumergían en sus aguas infinitas, la riqueza de sus recursos alentó el establecimiento de ciudades y villas pesqueras en sus playas.

Y de entre muchas de esas ciudades podemos hablar de aquella que aúna misterio y grandeza. El Conjunto arqueológico Baelo Claudia en la playa de Bolonia. Hasta lo que sabemos, la fundación de esta ciudad romana debió de producirse allá por el siglo III a.C y su abandono definitivo se produjo llegado el siglo VII con el Reino visigodo de Toledo.

Desde el siglo VII d.C. la ensenada de Bolonia había permanecido casi desierta. Sin embargo, entre 1700 y 1900 se producen algunas noticias de eruditos y de viajeros que señalan la presencia de ruinas romanas, las cuales se identifican desde muy pronto con Baelo Claudia. Sin embargo, es a partir de 1917 cuando la ciudad entra de lleno en la investigación arqueológica a partir de las cuatro campañas que realiza el hispanista francés Pierre Paris, que excava buena parte de la estructura básica de la ciudad, mientras que George Bonsor hace otro tanto en la necrópolis oriental.

Pero Baelo Claudia es mas que un asentamiento, o que un mero yacimiento arqueológico. Baelo Claudia (lo de Claudia, posiblemente porque fue el emperador Claudio quien le dio el estatus de municipalidad) es todo un propósito de planificación de una urbe romana y una muestra del avanzado urbanismo propios de esta civilización. Con base en sus dos calles principales (Cardo y Decúmanus) se reparten las áreas comerciales, residenciales, religiosas, políticas y administrativas.

En la ciudad romana nos vamos a encontrar además, todos aquellos elementos urbanos propios del esplendor de la ingeniería y la arquitectura romana: Murallas, templos, acueductos, termas, teatros, canalizaciones, alcantarillado, etc.

Y sobre todo, y dado el carácter de factoría pesquera que tenía la ciudad, nos vamos a encontrar infraestructuras relacionadas con este arte, las salazones y sobre todo la manufacturación del apreciado garum.

Así sabemos que entre el siglo I a.C y del II d. C. esta ciudad tuvo su época de máximo esplendor siendo puente marítimo entre el estrecho y algunos de los principales puertos de África, tales como el Tanger (antigua Tingis) y dedicándose entre otras labores a la pesca de los numerosos atunes que ya en aquella época poblaban los mares ribereños.

Es a partir de la segunda centuria de nuestra era, cuando la ciudad empieza a experimentar una serie de desastres o tragedias, que seguramente pueden arrojar luz sobre el misterio de su abandono.

Concretamente, se sabe que entre los años 40 y 60 de nuestra era, un movimiento sísmico puso afectar a la ciudad, justo cuando esta se encontraba en su pleno apogeo. Pero rápidamente los habitantes se sobrepusieron a esta catástrofe que destruyó gran parte de la ciudad baja y se expandió nuevamente la urbe aprovechando el desastre para reorganizarla y dotarla de nuevas infraestructuras.

La Tragedia llegaría años mas tardes, concretamente en la segunda, mitad del siglo III cuando un terremoto tsunami azotó las costas de todo el sur peninsular. Sirva como ilustración el siguiente fragmento de la obra Historias del escritor Amiano Marcelino:

«En el año segundo del reinado de Valentiniano y Valente (21/07/365), al rayar el alba de dicho día, se sintió en las provincias granadinas y en otras del imperio un violento terremoto. Las olas del Mediterráneo hirvieron como en la más deshecha borrasca. A muchas varas de distancia de Málaga y Adra, quedaron en seco las playas, que siempre habían estado bañadas por las aguas: los pescados, faltos de su natural elemento, eran cogidos a mano sobre la arena sin redes ni anzuelo.»

Absortos los habitantes de la costa, vieron la profundidad de los abismos, que colmatados de agua estaban quizás desde el principio del mundo. Al cabo de algunas horas retrocedió la mar con ímpetu furioso; los buques, que habían encallado en la arena, fueron lanzados con irresistible empuje dentro de tierra, y estrellados algunos contra los edificios de las ciudades cercanas. Las aguas inundaron los pueblos de la ribera, ahogando a multitud de familias».

Y a partir de ahí, con un imperio ya en crisis, la decadencia de la ciudad se acentúa con infraestructuras ya ruinosas, y sufriendo además ataques de piratas y bárbaros que motivaran el sucesivo abandono de la ciudad.

Y como en un sueño de siglos, las ruinas de la Roma Imperial permanecieron sepultadas por las arenas de las dunas durante cientos de años, dejando entrever tan solo piezas sueltas de fustes y columnas, y algún que otro pico de sus maltrechas murallas, hasta que a finales del siglo XIX, con lo que se ha dado en llamar “corriente anticuarista” volvió a surgir el interés por la desaparecida ciudad.

Y por fin, en 1917, se inician los trabajos de excavación que fueron llevados a cabo por el controvertido Pierre Paris (responsable de la compra de la Dama de Elche por parte del Museo del Louvre) y por Jorge Bonsor, uno de los pioneros de la arqueología española.

Hoy se sigue restaurando, excavando y sacando a la luz restos muebles e inmuebles del conjunto arqueológico Baelo Claudia, que vuelve a recuperar parte de su grandeza junto a la playa de Bolonia en Tarifa y frente a un océano atlántico que fue su razón de existir y el causante de su perdición.

– Vivienda. Domus del Oeste

Probablemente, esta vivienda estaba asociada al negocio de la industria de salazón, como domicilio de los propietarios de las factorías o espacios comerciales o administrativos asociados a su gestión.

Zona sur de Baelo, dentro del barrio industrial. Tiene su acceso desde la calle porticada denominada tradicionalmente como «Cardo de las columnas» o «Cardo de Isis» y se localiza enfrentada a la «Domus del Cuadrante Solar», generando una composición prácticamente simétrica.

Pese a ser excavado el edificio hace más de una centuria, las características del acabado de los muros lo asemejan a la basílica y al templo de Isis, lo que sugiere que esta domus fue construida en la segunda mitad del siglo I d.C.

Todavía hoy estas casas representan los testimonios más completos de viviendas en Baelo Claudia.

– Vivienda. Domus del Cuadrante Solar – Siglos I – III d.C.

Probablemente, esta vivienda, como la situada justo enfrente, la también llamada Casa del Oeste, estaban asociadas al negocio de la industria de salazón, como domicilio de los propietarios de las factorías o espacios comerciales asociados a su gestión.

De esta vivienda proceden las mejores muestras de arte pictórico de Baelo Claudia, ya que casi todas las habitaciones estaban originalmente estucadas y decoradas con pinturas que reproducían, principalmente, motivos geométricos, vegetales y florales. Estos motivos aparecían segmentados por franjas y frisos que compartimentaban la decoración de los espacios interiores, los cuales tenían como protagonistas lienzos amarillos y decoraciones rojos, blancos, azules o negras.

Pese a ser excavado el edificio hace más de una centuria, las características del acabado de los muros lo asemejan al templo de Isis, mientras otras reparaciones o reformas recuerdan al acabado del mercado, lo que sugiere que esta domus fue construida en la segunda mitad del siglo I d.C. y estaba en uso a inicios del s. II d.C., para ser abandonadas como muy tarde en el s. III d.C., como evidencian en este caso los objetos abandonados en su interior.

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